A menudo, cuando pensamos en yoga, lo asociamos principalmente con la relajación y el estiramiento muscular. Sin embargo, si profundizamos en la biología del cuerpo humano podemos descubrir razones menos conocidas pero igualmente significativas por las cuales el yoga es beneficioso. En particular, el yoga puede tener un impacto notable en dos funciones vitales pero a menudo pasadas por alto: el drenaje linfático y el retorno venoso.
Para un profesor de yoga oncológico lo primero es saber identificarse con los alumnos y con sus necesidades de recuperación. La verdadera compasión fluye de la comprensión de los hechos, por lo cual es esencial el conocimiento profundo de las posturas elegidas para la práctica de cada persona, lo que permitirá que sus beneficios se vean reflejados en una vida más agradable y feliz en cada caso.
El drenaje linfático es el responsable de eliminar toxinas y desechos del cuerpo. La linfa es un fluido que transporta estas sustancias y es esencial para mantener un sistema inmunológico saludable. A través de las posturas de yoga, se pueden crear movimientos suaves y controlados que estimulan el flujo de la linfa por todo el cuerpo. Esto contribuye a una circulación más efectiva de la linfa, lo que a su vez fortalece el sistema inmunológico y ayuda en la eliminación de sustancias potencialmente dañinas.
El retorno venoso se encarga de transportar la sangre de vuelta al corazón y, en ocasiones, puede verse obstaculizado, lo que puede dar lugar a problemas circulatorios. El yoga promueve la activación de músculos específicos y utiliza la gravedad de manera efectiva para mejorar el retorno venoso. Las posturas invertidas, como la postura del perro boca abajo (Adho Mukha Svanasana) o la vela (Sarvangasana), facilitan este proceso al favorecer el flujo de sangre de vuelta al corazón, mejorando así la circulación y reduciendo la hinchazón en las extremidades.
La comprensión de estos dos importantes sistemas es muy importante para el Yoga Oncológico, que trata de contribuir a la eficacia del drenaje linfático y el retorno venoso, punto de partida para una relación más saludable con nuestro propio cuerpo. Cuando estos sistemas funcionan correctamente, nuestro cuerpo puede fortalecer su sistema inmunológico y eliminar los desechos y toxinas de manera eficiente.
Un yoga especializado
Mi nombre es Manshant Kaur (Emilce Azzarello) y soy profesora de yoga, meditación y terapeuta Ayurvédica, y he diseñado mi propio método de trabajo en relación con el cáncer teniendo en cuenta las terapias que trabajo y el estar en constante formación respecto a la Oncología y el Yoga.
Mi motivación vino al escuchar un comentario de una paciente oncológica: “Mi médico me recomendó que hiciera yoga y me apunté a clases en el gimnasio de mi pueblo , pero tuve una recaída en mi enfermedad, y tuve miedo”.
En los últimos años, con el creciente reconocimiento de la importancia del ejercicio físico en la prevención y el tratamiento del cáncer, muchos médicos oncólogos han comenzado a recomendar la práctica del yoga a sus pacientes. Sin embargo, es esencial destacar que no se trata solo de practicar yoga, sino de hacerlo con un instructor debidamente capacitado, especialmente en el contexto oncológico. La seguridad que proporciona un instructor especializado permite a los pacientes explorar más profundamente las posturas y técnicas, maximizando así los beneficios terapéuticos del yoga.
Hay innumerables estudios que dictaminan el tremendo impacto que tienen estas terapias sobre la salud del paciente unida al proceso oncológico. Por ejemplo, se ha demostrado que trabajar con la respiración permite rebajar los niveles de cortisol en el cuerpo, disminuyendo el estrés y ayudando a estar mejor también mentalmente, lo cual hace que disminuya el dolor y aumenten las horas de sueño, entre muchas otras cosas.
A veces calma y tranquilidad llegan tras el caos total
A veces llegar a la tranquilidad y la paz implica un proceso en el que se ha de atravesar el caos, crear el caos y vivir el caos que llevamos dentro , para así soltar nuestro dolor. Es entonces cuando la calma se hace presente. La mayoría de las personas diagnosticadas con cáncer entienden el poder de la tranquilidad, de la relajación y de tener paz en su proceso terapéutico. Se enfocan al cien por cien en buscar esto, evitando el caos natural que están atravesando en esos momentos.
Trabajar de forma consciente el caos, interiorizarlo, es necesario para poder encontrar esa calma y esa tranquilidad, ya que es lo que les permite encontrar su espacio.
La meditación, una herramienta importante
Para un profesor de yoga oncológico lo primero es saber identificarse con los alumnos y con sus necesidades de recuperación. La verdadera compasión fluye de la comprensión de los hechos, por lo cual es esencial el conocimiento profundo de las posturas elegidas para la práctica de cada persona, lo que permitirá que sus beneficios se vean reflejados en una vida más agradable y feliz en cada caso.
Es común que acudan a clase pacientes con trastorno de estrés postraumático sobrevenido tras los tratamientos, como así también un estilo de afrontamiento cognitivo evitativo, por lo cual resulta muy efectivo trabajar la meditación en cada sesión, a fin de poder crear líneas de relajación del sistema parasimpático y mejorar su funcionamiento.
La meditación es una herramienta complementaria muy interesante de los tratamientos médicos del cáncer. Además mejora el sistema inmunológico. Afirma el doctor Pedro Lara, director del Instituto Canario de Investigación del Cáncer: “El estrés produce una disminución de las defensas, y aquellas personas con cáncer que han mantenido un tono vital para no entrar en depresión o controlar el estrés crónico viven más y mejor que los que no han podido superar el impacto de la enfermedad”.
Tanto el yoga como la meditación tienen un propósito espiritual y proporcionan diversos beneficios a los pacientes, pero quizás el más importante en este caso es que inducen un estado profundo de serenidad y paz. Y estos beneficios psicológicos tienen a su vez un impacto directo sobre el equilibrio del organismo.
El cáncer puede ser una experiencia traumática, y el yoga y la meditación pueden ayudar a los pacientes a gestionar el trauma emocional. La meditación, en particular, puede proporcionar herramientas para procesar emociones y promover la aceptación y la curación.
El objetivo del Ayurveda es prevenir la enfermedad antes que curar, y esto también es válido ante posibles recaídas.
Desde el punto de vista ayurvédico para entender la salud debemos mantener el equilibrio de los doshas, y un agni en equilibrio que nos proporcionará unos dathus (tejidos) bien fuertes, y el proceso de eliminación de residuos del cuerpo en correcto estado, dando lugar así a la formación de ojas (vigor elemental), para mantener la vitalidad del cuerpo y una mente feliz.
La alimentación y sueño son dos pilares importantes de la salud. En este marco, la alimentación en cada época del año, más un estilo de vida saludable, juegan un papel importante en el equilibrio holístico del cuerpo-mente . Al contrario, una vida sedentaria y malos hábitos alimenticios pueden propiciar la aparición de enfermedades como el cáncer y muchas otras.
El Ayurveda nos acerca a conectar con nuestra espiritualidad y con nuestro ser interior, aquello mediante lo cual las personas encontramos trascendencia, un sentido final a la vida. Aprender a atender, escuchar y entender nuestro ser es una manera de cuidar de él en todos los aspectos de los cuales se desprenden la salud y el bienestar.
Al igual que con el yoga y la meditación, para los pacientes oncológicos resulta fundamental buscar la orientación de un profesional de Ayurveda experimentado y certificado para asegurar un resultado seguro y efectivo. El Ayurveda puede ser una valiosa adición complementaria al arsenal de herramientas disponibles (siempre con conocimiento del oncólogo), brindando un enfoque integral para mejorar el bienestar físico y emocional durante el tratamiento y la recuperación.
Mi acercamiento al cáncer
Hablar del cáncer de manera abierta permite a las personas que lo padecen sentirse mejor en un entorno que les inspire confianza y seguridad, y eso es lo que los profesores de Yoga Oncológico tratamos de ofrecer en nuestras clases.
Yo conocí el cáncer de pequeña. La enfermedad llego a mí de manera muy bonita, porque mi madre trabajaba en un hospital por la mañana y por la tarde iba al domicilio de los pacientes a aplicar su tratamiento específico. Para poder pasar tiempo con ella, yo la acompañaba y me quedaba en el coche haciendo mis deberes. A veces nos invitaban a tomar una merienda y yo me unía. Ha sido una manera diferente de conocer la enfermedad. Para mí era como un juego, iba a ayudar a mi madre, pero ella me decía que solo tenía que sonreír, nada más.
Esta situación que podría parecer complicada para una niña, para mí era lo más natural, y quizás esta ha sido una de las razones determinantes por las cuales todas mis formaciones terapéuticas han terminado enfocadas en el cáncer. Tal vez es una manera de continuar con ese amor que mi mamá entregaba a cada paciente y de agradecimiento por todo lo que ellos nos brindan, porque el camino de aprendizaje es mutuo.
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