Sat Nam, esta segunda quincena de setiembre comenzamos las clases con todo, muchas ganas y motivación luego de las vacaciones (algo que algunos ya ni recuerdan, verdad?), y esta claro de después de un largo perido sin práctica constante, nuestro cuerpo y nuestra mente empiezan a sentir los efectos.
Por ello te propongo retomar tu rutina con plena consciencia en tu cuerpo físico, entendido como el «Templo de nuestra Alma», en la filosofía yoguíca. Y la verdad que estan bastante acertados dado que si nuestro cuerpo físico comienza a tener problemas, vemos la repercusión que tiene en nuestra mente y en todo nuestro alrededor. Todo parece ser un caos, dado que tu bienestar cae en picado , tus ganas y motivación también. Pero recuerda que siemrpe puede haber una manera diferente de ver las cosas :
El cuerpo físico (âsana). Estabilidad. Por Iyengar.
Por B. K. S. Iyengar
A partir de la práctica de asana se embarca el yogui en el viaje interior hacia el núcleo de su ser. Son muchos los que asocian el yoga con el rechazo del mundo, sus responsabilidades y compromisos, y con una austeridad extrema que lleva incluso a la automortificación. Pero no existe reto y satisfacción más grandes que vivir en el mundo con sus tribulaciones y tentaciones, y al mismo tiempo saber mantener equilibrio y autocontrol en la vida cotidiana de un cabeza de familia.
Para ser espiritual no hay que negar el cuerpo u olvidarse de él. El cuerpo debe mantenerse activo a través del periplo hacia la meta espiritual. El yoga es tan antiguo y tradicional como la civilización, pero persiste en la sociedad moderna como medio para alcanzar la vitalidad esencial. Pero el yoga requiere que desarrollemos no sólo fortaleza corporal, sino también atención y percepción consciente de la mente.
El yogui sabe que el cuerpo físico no sólo es el templo del alma sino el medio para embarcarnos en el viaje interior hacia el núcleo, hacia lo más profundo del ser. Sólo ocupándonos del cuerpo físico en primer lugar podemos estar seguros de realizar nuestras vidas espirituales. Si una persona alberga la aspiración de experimentar lo divino, pero su cuerpo es demasiado débil para soportar la carga ¿de que le servirán sus aspiraciones y ambiciones? Esa es razón suficiente, y por ello, para la gran mayoría de nosotros, que sufrimos limitaciones y debilidades físicas a cierto nivel, es importante empezar con el yoga lo antes posible para poder adecuarnos cuanto antes de cara al viaje que tenemos por delante.
El yoga nos ofrece técnicas para ser conscientes, para expandir y penetrar, y para cambiar y evolucionar a fin de ser competentes en las vidas que vivimos y desarrollar sensibilidad y receptividad hacia la vida de la que todavía somos escasamente conscientes. Empezamos al nivel del cuerpo físico, el aspecto de nosotros mismos más concreto y accesible para todos. Ahí es donde la práctica de asana y pranayama nos permite comprender el propio cuerpo con una percepción interna todavía más grande, y a través del cuerpo llegar a comprender la mente y alcanzar el alma. Para un yogui, el cuerpo es un laboratorio de la vida, un campo de experimentación e investigación perpetuas.
Para el yogui, el cuerpo físico corresponde a uno de los elementos de la naturaleza, concretamente a la tierra. Somos arcilla mortal y regresamos al polvo. Todas las culturas reconocen esta verdad, pero hoy día la consideramos una simple metáfora. Pero es algo más que eso. Al explorar nuestro propio cuerpo estamos de hecho explorando este elemento de la propia naturaleza. También se desarrollan las cualidades de la tierra en uno mismo: solidez, forma, firmeza y fortaleza.
Al perfeccionar Asana llegaremos a entender la verdadera naturaleza de nuestra encarnación, de nuestro ser y de la divinidad que nos anima. Y cuando nos liberamos de los impedimentos físicos, perturbaciones emocionales y distracciones mentales, abrimos las puertas de nuestra alma (atma). Para comprenderlo debemos aspirar a mucho más que una mera competencia técnica, y hay que realizar asana no sólo como un ejercicio físico sino como un medio para comprender y luego integrar nuestro cuerpo con la respiración, con la mente, con la inteligencia, con la consciencia, con la conciencia y con nuestro núcleo. De este modo se puede experimentar una auténtica integración y alcanzar la suprema libertad.
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